Description

No, aquella nieve era ventisca. La maldita ventisca, que levantaba la nieve de las cumbres de los Pirineos y se la llevaba a centenares o incluso a miles de metros de distancia, para dejarla caer encima suyo. Era el viento, el mismo viento que los zarandeaba desde hacía horas y que, a causa de la falta de visibilidad y de la desorientación, los había empujado hacia el torrente de Fontlletera.