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Solo en el invierno antártico: el estremecedor relato de un deseo de soledad y de la lucha por sobrevivir en medio de la naturaleza más hostil.

Solo en el invierno antártico: el estremecedor relato de un deseo de soledad y de la lucha por sobrevivir en medio de la naturaleza más hostil.

Cuando el almirante Richard E. Byrd partió en su segunda expedición a la Antártida, en 1934, ya era considerado un héroe por haber pilotado los primeros vuelos sobre los polos Norte y Sur. Su plan para esta última aventura era pasar seis meses solo en el continente helado recopilando datos meteorológicos y, sobre todo, complacer su deseo de «saborear la paz, la tranquilidad y la soledad lo suficiente para descubrir lo buenos que son en realidad». Pero pronto todo comenzó a ir mal. Aislado en su cabaña, en medio de la omnipresente noche antártica, soportando una temperatura media de 50º bajo cero, y sin esperanza de ser rescatado hasta la primavera, Byrd comenzó una lucha agónica por salvar su vida. Solo es el estremecedor relato, en primera persona, de aquellos días.

Solo es un libro muy peculiar, muy valiente y muy hermoso.

SARA MAITLAND

Ficha técnica

  • Páginas: 284
  • ISBN: 978-84-947471-1-3
  • Prólogo: Sara Maitland.
  • Traducción: Lidia Pelayo Alonso.
  • Dimensiones: 14 x 21 cm.
  • Formato: rústica con solapas.
  • Número: 2

 

Prensa

  • Revista VIAJAR > Grandes viajeros: Richard Byrd [Enero 2021]
  • EL ÁGORA > Un año de soledad (a 50 grados bajo cero) [17 Julio 2020]
  • MARCA (Primera Plana) > SOLO: Un hombre. Una cabaña. Seis meses de completa oscuridad. 50 grados bajo cero [29 marzo 2020]
  • LA CAVERNA VIAJERA > Solo. Esa fría amiga llamada soledad. [22 Dic. 2017]
  • UN LIBRO AL DÍA > Richard Byrd: Solo. [24 Nov. 2017]
  • EL INDEPENDIENTE > Richard Byrd: cuando la soledad era épica (un relato en 8.171 caracteres). [3 Nov. 2017]
Categoría:

Description

Allí, en la barrera del Polo Sur, con frío y oscuridad completos como en el Pleistoceno, tendría tiempo para ponerme al día, para estudiar, reflexionar, escuchar el fonógrafo y, durante unos siete meses, alejarme de todo excepto de las mayores distracciones. Podría vivir exactamente como quisiera, sin obedecer a más necesidades que aquellas impuestas por el viento, la noche y el frío, sin seguir más leyes que las propias.